Tuesday, July 5, 2011


Estaba dentro de una iglesia pequena de color azul con un techo rojizo, no era mas grande que tres cuartos. Miraba a mi alrededor y solo miraba arboles rodeando la zona. Como si se trataba de soldados esperando las ordenes de su encargado. Estaba en misa, y sentados a unas buenas tres filas delante mio, se encontraban mis familiares y mas que algun otro amigo. La misa la dirigia un senor que me parecia muy familiar. Algun profesor que me dio x clase para salir bien en x examen. Estaba lanzando sus manos al aire, exclamando sobre el evangelio y sus diversos mensajes. Usaba una toga (o lo que se pongan los padres) blanca con una cruz roja en medio. Volvi mi atencion hacia afuera, a unos pasos estaba otra iglesia, casi del mismo color que en la que yo estaba. Mire hacia el padre, y decidi salir.

Estando afuera, veia como la otra iglesia estaba un poco mas llena, parecia que habia una boda o algun otro evento sacramental. Mientras analizaba a las personas presentes, vi a una figura que se exaltaba de las demas. Su pelo era dorada como el amanecer, y su figura tan majestuosa como una antigua diosa griega. Estaba usando un saco negro encima de su vestimenta. Lo que mas me llamo la atencion es que ella estaba usando un uniforme de tennis. Una chaqutea azul encima de su camisola negra y una falda blanca. El saco le cubria casi toda la parte superior de cuerpo. Enseguida me di cuenta de quien era.

Me acerco un poco, y saludo a mi dama. Ella me sonrie y saluda con un abrazo. Empezamos a platicar un poco y como si mi cuerpo actuara solo, mi brazo la agarra de la cintura y la acerco hacia mi. Pero no con fuerza ni con malas intenciones, sino, un agarre de confianza y de mucho carino. Ella se deja y acerca su cabeza hacia la mia, como si me estuviera acariciando con ese magico cabello dorado.Viendola a ella sonreir y sin decirme nada por mi atrevimiento, me siento feliz y completo.

Nada podria quitar este momento de pura armonia y paz. Estaba donde siempre habia querido estar. A lado de una flor que se va abriendo mas hacia la calurosa y suave resplandeciente luz del sol. Sus ojos penetrantes y profundas como el gris mar y sus olas azules.

Era solo un sueno.

Veo hacia el techo, veo hacia los lados, y regreso mi mirada hacia el techo. Lo unico dorado en mi presencia era las caricias de la manana y el pequeno recuerdo que poco a poco se desvanecia con cada guino de mis ojo.
Cafe y negra.

-Vito

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